Movimiento porril, ¿qué es?

El porrismo es un problema que ha aquejado a la sociedad mexicana, principalmente a los estudiantes de instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN), el Colegio de Bachilleres (CB) y el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep).

En México es denominado porro, al integrante de una organización de corte semi fascista que actúa en las escuelas y persigue distintos intereses particulares, ya sean políticos o económicos, basados en la violencia organizada, en el asilarse en instituciones estudiantiles y en el fungir como grupo de choque mercenario.

Estas organizaciones se caracterizan por obstaculizar el desarrollo estudiantil mediante actos de vandalismo, asalto, extorsión económica y golpizas sistemáticas a cambio de beneficios económicos, prestándose como grupos de choque, que desprestigian a las instituciones de educación antes mencionadas.

¿Cómo se Generó el Porrismo?

El fenómeno del porrismo se remite a la década de los cuarenta en la UNAM, al promoverse desde las autoridades de ésta, la intervención de pistoleros como contención a las corrientes estudiantiles opositoras de izquierda, gestadas dentro de la institución. Por ejemplo, “Los Conejos”, golpeadores surgidos de la Unión Nacional de Estudiantes Católicos de la UNAM y apoyados por dos rectores, Manuel Gómez Morín (rector entre 1933-1934 y uno de los fundadores del PAN) y Rodulfo Brito Foucher (rector de 1942-1944). De hecho, la salida de rectoría de Foucher se debió a la escalada de los conflictos estudiantiles y a la violencia que generaron.

Posteriormente, en la década de los 50, se forman organizaciones de masas, particularmente en el IPN que, aunque tienen un origen democrático, va adquiriendo apoyos y estructuras semejantes al sindicalismo oficial, bajo la denominación de federaciones universitarias. Dentro de estas organizaciones había un ala de choque para combatir la organización democrática del estudiantado. En la década de los sesenta, tanto en la UNAM como en el IPN, hay una vinculación entre los integrantes de los tradicionales grupos de animación de los equipos estudiantiles de fútbol americano, en México denominado «porras», con grupos de choque, por lo que popularmente son comenzados a llamarse «porros»; muchos se sentían orgullosos de ser llamados de esa forma.

Pero pronto las cosas cambiaron: durante el movimiento de 1968 no había mayor insulto que llamar a un universitario porro.

Tras el fin del Movimiento de 1968, en México, luego del regreso a clases, los grupos porriles se activaron para contrarrestar la organización de los Comités de Lucha, en algunas escuelas consolidan su poder en los niveles medio superior y superior. En las vocacionales, en pocos años, los Comités de Lucha desaparecen y los grupos porriles se convierten en los dueños de la situación. En el contexto de la guerra sucia en México, dichas asociaciones son usadas con el fin de disuadir actividades u organizaciones con ideologías opositoras al gobierno, mediante la violencia, la delincuencia y el espionaje. Tal es su vínculo con el Estado, que fueron reconocidos por las autoridades como «organizaciones estudiantiles» que incluso participaban del presupuesto de las instituciones. En los años ochenta, el fenómeno se agudiza particularmente en el IPN, en donde los grupos porriles gozaban de privilegios como el cobro de cuotas por acceso a las universidades y extorsión a los profesores a cambio de «protección», además de su actividad violenta en sí, dentro y fuera de las escuelas.

Así inicia la más reciente y triste historia del porrismo; esa historia que tuvo un impacto directo en las tragedias del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco y del “Halconazo”, el 10 de junio 1971.

Así mismo, hemos visto que el porrismo en el IPN se ve reflejado en la reactivación de estos grupos de choque, que no han sido quitados por las autoridades, como en el caso del CECyT 4 “Lázaro Cárdenas”, en el cual está un  grupo autodenominado “26 de septiembre”, que es un grupo porril de la FEP (Federación de Estudiantes Politécnicos), quien ha mermado el trabajo del comité de lucha de la escuela, que fue conseguido después del paro estudiantil del año pasado, y también ha tratado de intimidar a la comunidad del plantel. En el caso del CECyT 8 “Narciso Bassols”, los porros actúan amedrentando a los compañeros que pugnan por la educación pública y defienden sus derechos. En las vocacionales está muy presente los casos de vandalismo de estos grupos de choque, y sobre todo, las amenazas hacia la base estudiantil.

Las actuales y enormes manifestaciones que se han congregado para repudiar el porrismo en la UNAM, muestran que, cincuenta años después de la tragedia de Tlatelolco, la comunidad universitaria no está dispuesta a aceptar pasivamente la existencia de golpeadores profesionales y mercenarios de la violencia en sus instalaciones. Tal vez éste sea el principio para desmantelar estas organizaciones lamentables; tal vez sirva, simplemente, para evitar más tragedias.

Sin embargo, la experiencia nos habla que, el mejor antídoto para el porrismo es una organización estudiantil solida con arraigo en la base. Esta debe tener un carácter de clase, defendiendo sin titubeos los intereses de los hijos de los trabajadores, que son la mayoría de la comunidad. La organización debe, además ser permanente, lo cual solo es posible con la formación de cuadros que sustituyan a los estudiantes que egresen.

Fuentes:

  • “GENESIS,DESARROLLO Y CONSOLIDACIÓN DE LOS GRUPOS ESTUDIANTILES DE CHOQUE EN LA UNAM (1930-1990)”. Autor: Hugo Sánchez Gudiño. México. Edit. M.A. Porrua/UNAM/FES-Aragón. 2006.
  • Noticieros Televisa

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