¿Einstein creía en alguna religión? Esta pregunta no te la has hecho sólo tú, ya que nosotros y otros monos curiosos han reflexionado al respecto. Por eso, en esta nota hablamos sobre la peculiar perspectiva que tenía este científico sobre la existencia de algo supremo.
Se cree erróneamente que Albert Einstein era ateo por su gran aporte a la ciencia a partir de crear la teoría de la relatividad, sin embargo, lo curioso de este gran personaje de la vida moderna, es que siempre creyó en un sentido religioso.
Einstein nació en la ciudad alemana de Ulm el 14 de marzo de 1879 en una familia judía que no promovía arduamente sus tradiciones religiosas. Pero a diferencia de ellos, el joven científico sí lo fue hasta sus 12 años.
El científico alemán tuvo grandes aportes ideológicos durante su juventud que lo ayudaron a crear su propio juicio y perspectiva general de vida. Él leyó títulos como Antígona de Sófocles, Don Quijote de la Mancha de Cervantes y el Tratado de la naturaleza humana de Hume.
Pero fue hasta que leyó al filosofo judío Baruch Spinoza cuando su perspectiva de la vida y la religión cambió, ya que para Spinoza el cuestionamiento de Dios se representaba en la naturaleza y no en un ser antropomórfico y omnipotente.
Gracias a la lectura de Spinoza, Einstein replanteó su visión de la religión llevándola a encontrar en su trabajo científico a un Dios que le diera sentido a sus leyes y teorías.
Antes de morir, justo un año y tres meses, Albert Einstein escribió la carta “La palabra de Dios” en la cual asumiría públicamente una postura en cuanto a la religión y su relación con ella.
A modo de reflexión y respeto, señaló a las religiones, incluyendo a la judía pura, son como “una colección de leyendas venerables y primitivas”.
Sin embargo, lo cierto es que durante todo su camino como científico, él mismo mencionó que la ciencia no podía estar separada de la religión y así sucesivamente. Esta forma de ver la vida, de una manera tipo “religión cósmica”, la sostuvo hasta el lecho de su muerte. ¿Qué tal estos datos curiosos?
Fuentes:
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