Muchas veces escuchamos en los discursos políticos cosas acerca de la famosa «soberanía nacional», una especie de bien que se supone debemos defender por encima de cualquier interés extranjero. O al menos eso nos dicen en la televisión.
La soberanía se refiere a la autoridad que pesa sobre un territorio, recayendo en el pueblo, pero con un significado de independencia. Este principio señala que la Constitución es el fundamento principal del ordenamiento jurídico y no es posible que exista ninguna norma por encima de ésta.
Jean –Jacques Rousseau fue un filósofo francés que con su obra “El Contrato social o los principios del derecho político” influyó profundamente en la revolución de su país. En esta obra expone que el poder que rige la sociedad es la voluntad que mira por el bien común de los ciudadanos.
También establece que el pueblo ahora es soberano, es decir, todos los miembros son iguales y la sociedad no puede decidir nada que vaya en contra de los intereses de cada uno. Una de las principales características de la soberanía es que es absoluta, porque no define a un poder originario, no depende de otros y no está limitada por las leyes.
Según dice la Constitución, en México la Soberanía reside en el pueblo, es éste el que manda aún por encima de funcionarios, autoridades e instituciones y hay sistemas que le permiten ejercer ese derecho.
@TresMonosSabios