Tijuana es la ciudad fronteriza entre México y Estados Unidos, por décadas ha sido el punto clave de contrabando de diferentes artículos ilegales, uno de ellos los autos chocolate. Su nombre hace alusión a lo “chueco”, torcido o irregular que tienen los papeles de estos autos y que de algún modo logran entrar por la frontera para circular por el país.

Esta actividad comenzó en los años 30 y 40 debido al aumento de la clase media y la poca producción local de automóviles. Al principio contó con la participación de organizaciones criminales que ofrecían precios a su conveniencia, pero con el paso del tiempo dejó de ser negocio porque aumentó la producción y ahora quienes adquieren estos autos son gente de escasos recursos.
Quienes manejan estos autos, muchas veces son conscientes del vehículo que traen pero deciden adquirirlo por su bajo precio. Si bien, uno de los factores por los que sigue la venta de los autos chocolate es que, a pesar de ser usados, siguen estando en buen estado y funcionan como medio de transporte para los mexicanos en sus actividades diarias.
Pero sin duda, el factor más importante por el que este fenómeno continúa es su precio que oscila entre el 30 y 50% menos que el de los automóviles de segunda mano con venta regular en la zona. Los dueños de estos autos saben que entraron de forma ilícita al país pero deciden comprarlos por el precio que tienen.

La venta de estos autos es una práctica que ocurre abiertamente en redes sociales, lotes baldíos o lugares públicos, pero el fenómeno es de mayor intensidad en Tijuana por su cercanía con la frontera estadounidense.
Se desconoce la cantidad exacta de autos chocolate que circulan por las carreteras mexicanas, el presidente Andrés Manuél López Obrador estima más de 2 millones.
El presidente reconoce que muchas personas que adquieren estos vehículos lo hacen por sus precios accesibles y los usan para transportar a su familia, pero también hay quienes los usan para fines delictivos, por lo que ha propuesto una regulación que permita reconocerlos como dueños del auto y pagar una cantidad justa de derecho vehícular.
Esta iniciativa ha generado críticas divididas, por un lado hay quienes aceptan la regulación por el precio bajo que tendrían que pagar por derecho vehìcular, por otro lado se dice que para que circulen estos autos en México primero se deben dar de baja las placas en su país de origen y mientras eso sucede el mercado de autos chocolate se ajusta a las modificaciones y continúa con el negocio.

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