En América Latina uno de los temas más discutidos en materia de voto y democracia ha sido la utilidad de la segunda vuelta electoral para asegurar legitimidad al candidato ganador y representatividad de las mayorías. Este sistema tiene sus pros y contras que ha hecho que varios gobiernos lo usen y otros se cuestionen si deberían comenzar a emplearlo.

“Balotaje” es el término que se designa a la segunda vuelta electoral, utilizada en países como Argentina o Brasil. Este sistema exige la mayoría de votos para elegir a un gobernante cuando en la primera elección ninguno la ha alcanzado.
La palabra proviene del francés ballotage que designa el sistema electoral francés. Fue instituido por Napoleón III a inicios de 1852 para elegir a sus representantes con el que se requiere mayoría absoluta en la primera vuelta o al menos una mayoría relativa en la segunda.
Este sistema ha sido adoptado por varios países para asegurar que el gobernante electo es producto del voto de la mayoría de electores y, por ende, cuente con el respaldo popular para gobernar.
Sin embargo este sistema tiene variaciones entre primera y segunda vuelta. Sí en la primera vuelta hubo cuatro candidatos y solo dos de ellos alcanzaron una mayoría relativa o absoluta con respecto al número de electores, solo pasan a la segunda vuelta o balotaje quienes consiguieron más del 50%.
Existen tres tipos de balotaje:
Sin barrera: donde pasan los candidatos más votados, y en una segunda vuelta se decide con mayoría simple quien gana.
Con mecanismo de acceso simple: Si ningún candidato obtiene una mayoría absoluta, es decir más del 50%, entonces se lleva a cabo la segunda vuelta electoral entre los dos candidatos más votados.
Con mecanismo compuesto de acceso: donde la norma establece ciertos requisitos para celebrar la segunda vuelta electoral, por ejemplo si en la primera vuelta se declara ganador al candidato que obtiene la mayoría absoluta, se realiza la segunda vuelta para asegurar su triunfo.
El objetivo final de la segunda vuelta electoral es darle mayor credibilidad al sistema político y mayor consenso al cargo por el que se está votando pues de esta forma se consigue que gocen de mayor legitimidad porque el apruebo del electorado así lo ha deseado.

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