La noche del 9 de noviembre de 1938 sucedió uno de los episodios más tragicos y violentos del holocausto contra los judios en Alemania y Austria, conocido como la noche de los cristales rotos donde fueron atacados comercios, hogares y sinagogas además de ser asesinados casi 100 judíos, mientras que cerca de 30 mil fueron enviados a campos de concentración y todo en una sola noche.

Este suceso comenzó algunos días o meses previos en los que las autoridades alemanas endurecieron las medidas necesarias para permanecer en el país, los primeros afectados fueron los judíos polacos que fueron deportados a Polonia lo que provocó la furia de Herschel Grynszpan quien decidió disparar contra el diplomático alemán Ernst von Rath el 7 de noviembre de 1938.
Este, quizá, fue el motivo perfecto para que las autoridades alemanas nazis desplegaran una ola de indignación antisemita para provocar el levantamiento del pueblo contra los judíos o al menos así fue retomado por Federico Goebbels para pronunciar un discurso de odio en contra de la sociedad judia que más tarde terminaría con aquel fatídico episodio.
La información del momento sugería una rebelión popular, un «evento espontáneo de un público enfurecido», aunque tiempo después se reconoció que fue violencia organizada del Estado con ayuda de las Schutzstaffel (SS) y la propaganda de odio dirigida por Goebbels.
Se estima que fueron alrededor de 91 judíos asesinados, 191 sinagogas quemadas, 7 mil comercios saqueados y 26 mil judíos enviados a los campos de concentración.
Días después de aquella noche se realizó el recuento de los daños y se establecieron nuevas medidas antisemitas que lograron el objetivo del gobierno nazi: forzar la emigración judia. Esa noche, lo que comenzó como una persecución y rebelión popular, según registros, marca el punto de partida del Holocausto en el que fueron asesinados más de 6 millones de judíos por parte del gobierno de la Alemania nazi.
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